miércoles, 22 de julio de 2009

Yo acuso. Rodolfo Pastor


Ante el Tribunal Supremo, que es el de la historia, yo acuso de traición a la Patria a quienes, de distintas formas, han participado en el golpe que viene de perpetrarse contra José M. Zelaya, a quien Honduras eligió para presidirlo por cuatro años y a quien unánimemente respalda la comunidad de las naciones.

Acuso a Romeo Vásquez Velásquez --quien se impostó, hasta las ultimas horas de su mandato legitimo, como amigo del Presidente y soldado disciplinado-- de haber planeado y ejecutado este golpe traidor y violento, conjuntamente con los generales del Estado Mayor, instrumentando a un Congreso títere y las instituciones que dependen de el, movido del amor propio herido por su destitución, invocando la “ilegalidad” supuesta de la encuesta, según fallo amañado, para ejecutar el “crimen” imperdonable del secuestro de su Comandante en Jefe, para lo cual después ha fingido que disponía de una “orden de captura”, la que desmiente el juez. Y lo acuso, General de ordenar la represión que se agrava, las detenciones ilegales, los retenes violentos, los heridos y muertos que pudiera haber. Sobre su cabeza Señor.

Acuso a su cómplice Carlos Flores Facussé, de haber ideado el golpe y conspirado con y alentado a las fuerzas golpistas como antes de el, hizo su padre otrora, por haber fraguado desde hace meses --conjuntamente con José R. Ferrari y adláteres y Jorge Canahuati, de la misma casta-- la campaña publicitaria dirigida a amplias capas de opinión publica ingenua, contratando en Miami a expertos sobre guerra sicológica, para bombardear a la población con mensajes oscurantistas, falsedades repetidas mil veces y fabricaciones, valiéndose de la ignorancia y la ingenuidad que genera el sistema, en una campaña de desprestigio del gobierno y de intimidación de quienes pudieran participar de la encuesta que ejecutaron sin escrúpulo, en preparación del golpe. Y lo acuso a Carlos Flores de esconderse ahora y fingir inocencia cuando sus títeres han jugado papeles estratégicos en el golpe. A los adláteres de Flores: Elvin Santos y Roberto Micheleti B. precandidatos -inconstitucionales ambos- en las internas y a los diputados sinvergüenzas, que se prestaron a la maniobra de los militares en cuyas manos han quedado, perfectamente inútiles, y a los candidatos a las diputaciones y alcaldías que siguieron su instrucción de sabotear la encuesta y que recibirán el castigo implacable de nuestros correligionarios conscientes de su gran traición al Partido, al igual que E. Ortez Colindres, ese basilisco. Los acuso de haber destruido el Partido de mis ancestros, de haberlo enterrado todavía con vida, si bien herido.

Acuso a Pepe Lobo, a Rafael L. Callejas y Rodolfo Irías Navas que fraguaron la estrategia oportunista e irresponsable del Partido Nacional frente a la crisis, bajo el supuesto de que, al quedar despedazado el adversario, ellos eran los gananciosos y ganadores, sin reflexionar sobre el desprestigio en que incurrían con los votos unánimes del Partido Nacional a favor de aceptar primero un asalto, luego una falsa renuncia y después una destitución ilegal del Presidente. De modo que si alcanzara un día la suprema magistratura del país, el P.N. estará sujeto al mismo procedimiento y tendrá la obligación de complacer al círculo más oscuro del poder real para conservarse en “el poder”.

Acuso, ante esa instancia superior de la posteridad y la historia, a estos jueces prevaricadores, que siguieron las instrucciones de sus amos y padrinos políticos para producir fallos inicuos y ridículos, que traicionan la representación del Estado, inventan sentencias para encubrir sus crímenes y un nuevo tipo de delito que se pudieran cometer hipotéticamente en el futuro, que pretenden vedarle al pueblo su derecho a la libre expresión e intervienen en el Poder Ejecutivo.

A los empresarios de las organizaciones patronales COHEP, CCIC, ANDI, FENAGH que, pese a que parte de su membresía (me incluyo) disiente, le quieren dar una pretendida legitimidad al golpe; y que invocan la democracia y la legalidad y la paz social en el momento de promover un golpe que da al traste con las condiciones necesarias para defender esas banderas. Que inducen la manipulación de opinión pública, obligando a sus empelados a marchar para Micheletti y que han confesado (doy fe) estar financiando grupos de choque, provocadores, para infiltrar y desarticular manifestaciones en defensa del único gobierno legítimo, y así justificar su represión. Y a su hueste que cínicamente se felicita de defender sus intereses mezquinos. Prepárense a pagar el precio, ya que nadie mas tiene como.

Acuso a los periodistas que se han convertido en cómplices de crímenes contra la república, demostrando al final su cinismo, no cuando adoptan una posición (a la que tendrían todo derecho) si no cuando –sistemáticamente- manipulan los hechos que es su obligación trasmitir con objetividad, cuando los ocultan o los inventan y cuando sesgan sus reportajes para glosar los actos mas viles de los golpistas y denigrar aun las intenciones mas nobles del movimiento popular, incitando a la irracionalidad y al golpe, como han hecho varios de los mas connotados. Te acuso a ti Rodrigo, a ti Renato, Edgardo, Alfredo, tocayo. ¡Vergüenza! De golpistas. A los ideólogos y exégetas del golpe, a Leitzelar, Valladares. Y a los intelectuales que esgrimieron posiciones académicas pretendidamente neutras, inmorales en su contexto porque se trataba de escoger entre el bien y el mal, como ocurre.

Acuso a esos “apóstoles” inventados, falsos profetas y pistores en vez de pastores que invocaron en vano el nombre de Dios en contra de una propuesta cívica de reforma social, de democratización y moralización de la sociedad hondureña, que han querido politizar los símbolos sagrados y que ampararon y bendijeron a las fuerzas mas oscuras y corruptas y violentas; que manipularon a sus feligresías y después justificaron el golpe y la represión y que ahora nos piden que prevengamos un “baño de sangre”, como si los armados no fueran sus tropas. A esos fariseos que se llenan la boca para ensalzarse a si mismos, fanáticos de la falsa religión, el negocio vil de vender y comprar (a cualquier precio puesto que no cuestan nada sus fruslerías) el cielo y el infierno, con cuyo temor manipulan a sus auditorios. ¡Que se pudran en el infierno! Porque, como dice el padre Milla, el maridaje del dinero y la religión es el peor sacrilegio.

También acuso de traición a esa gente de cabeza hueca de nuestra clase media, que le dio cuerda a estas mentiras y colocó su tranquilidad pequeñoburguesa por encima de los principios que les enseñaron sus mayores, de justicia y decencia y sensibilidad con el sufrimiento del más humilde. Y que le ha servido de carne de cañón mediática, de bálsamo e incienso al golpista, usurpador.

No olvide nadie su infamia de sepulcro blanqueado, su condición de bestia apocalíptica disfrazada con piel de oveja, su perversidad que finge inocencia. No los perdonemos ni a sus sucesores por tres generaciones, para que la memoria de su maldad escarmiente.

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